27 de mayo de 2016

Amarte la montaña

Esta mañana no pude salir a correr y solo miré hacia mi montaña desde la ventana, odiando los estudios, las fotos y la resaca de tanta letra en mi cabeza. No tuve tiempo que dedicarle y sabía que el sol la estaba quemando, mientras me observaba esconderme y conducir con la mirada gacha.
Paso el día sonámbulo con la mente pensando en lo mucho que me gusta subirme por las mañanas, cuando sus manos pueden acariciar las arrugas de mis sábanas en mi cara. Ella me despierta tantas veces... susurrando letanías con la sutileza que le quita el sol naranja subiendo. Por las mañanas todo es más fácil y más silencioso, por las tardes me toca compartirla y no me gusta tanto, siempre busco nuevas sendas por las que sorprendernos.
Llegué a casa rendido, pero con la cabeza pensando en ese volcán apagado, al que tanto respeto y devoción profeso. Mi indecisión se va con la débil lluvia que empieza a mojarme la cara. Cierro los ojos y visualizo el recorrido. Me cambio y me arreglo para el encuentro, sé que no es el mejor momento pero me apetece y subo desde las patas de mi cama para verla al completo, alejándome de la comodidad de casa. Salgo enseguida, calentando en marcha, subiendo despacio por dentro de las colchas de eucaliptos, el crash crash de mis pasos suena tranquilo y me centro en el suelo, en las raíces y varices, en las pequeñas imperfecciones que la hacen tan bella y tan especial para mi.
Llego sin darme cuenta a sus faldas y miro hacia arriba, los alisios soplan fuertes y la humedad se apodera de nosotros. Somos uno y empiezo a  respirar más fuerte. Me asfixio y agacho la mirada al suelo. La piel de la montaña me pone el ritmo y sigo sus escalones, hasta que mis pasos, mi aliento y mis latidos se acoplan en un solo sonido. Todo en mi mente es ese ritmo, una única música y un único runrun. Elevo mi mirada y veo en su cima el final. Acelero mis pasos y mis gemidos, acompasando los últimos pasos de su ladera. Y llego arriba.
Por unos segundos todo queda quieto y callado. Noto el aire fresco en mi cara, el sudor en mi espalda y las endorfinas gritando en este clímax. La tensión en mis músculos se desvanece, oigo el suspiro en la brisa y un abrazo de cielo me devuelve el calor. La piel erizada de la montaña me acompaña, con los helechos apuntando al cielo y los brezos tiritando inseguros. La niebla espesa nos regaló la intimidad de dos amantes en un segundo infinito.
Comienzo a bajar por su espalda y su sudor me acompaña por el sendero que llega a su ombligo, donde la acequia no para de correr. Las nubes se van de mi cabeza y alzo la mirada a esos caminos que dibujan sus senos poderosos. Sensual y sugerente, morena de sol y tersa del aire que la acaricia. Perfumes de antaño que impregnan mis pulmones agradecidos. Acaricio sus caderas antes de abandonarme al abrigo entre sus pies. Allí me quedo, como en modo automático hasta llegar a casa con su piel en mi piel y su sabor en mis labios. Siempre atenta. Siempre amable. Alivia mi sed, cura mis heridas  y se ofrece amable para completar días y noches de soledad.

Me ducho sin perder su fragancia, para dormir soñando con sus curvas… esas que nos llevan al cielo si se lo pedimos.

13 de agosto de 2012

Agobios



En honor a Dalton Trumbo y su novela "Johnny got his gun"; me encantó su forma de transmitir.

Nene nene te quiero te he echado de menos ¿dónde estabas? nene nene ven aquí dame un abrazo comparte este espacio que se estrecha nene nene nene dame un beso nene sécate las gotas de sed de tus ojos azules te amo ámame te amo. Te estimo y me detengo tras esas verjas sin hierros nene quiero volver a demostrarte tanto tanto que se hace poco el tiempo y quiero decírtelo al oído cuando sea todo saliva cuando sea todo mío cuando la piel no traspire mas que mis palabras anteriores. 

Ven aquí acércate hunde tus dedos en mi cuerpo hunde tu nariz en mi piel engrasa mis piernas con tus movimientos pierde el mapa de mis curvas piérdete y no regreses de la locura de darnos cariño. Cubre mi cuerpo de tu aroma enciende los fuegos con más sudor tuyo bebe mi sudor como gasolina eso eso préndete y abrázame. Duerme a mi lado venga entra en la cama abrázame que tengo frío abrázame abrázame. Ponte detrás y abrázame fuerte no hay mantas te necesito ¿y tú? ¿tú tienes frío? ¿compartimos el calor que nos queda o te sobra todavía? Acércate abrázame abrázame fuerte y dame calor duerme duerme a mi lado nene nene amor mío te quiero ámame ámame te amo.



23 de abril de 2012

Dormir y no puedo



¿Quién podría dormir sin sus cosquillas en el paladar? ¿Quién apostaría dinero por esperar a dormirse antes de ver más nubes mañana? ¿Quién podría cerrar los ojos y no entender la cama sin su sombra llenando la oscuridad de la noche? ¿Quién sería capaz de escuchar "Transatlanticism" sin llorar con ese mensaje?
Me he vestido 2  veces para ir hasta tu casa. He escrito 3 cartas pequeñas, las he tirado. He elegido 4 cervezas diferentes (no tengo Judas, q s mi favorita) para dejarlas ahí en tu puerta y volverme recordando que " distancia significa nada cuando una persona significa todo". He llorado y disimulado cuando alguien entraba a mi cuarto, he escuchado todas las canciones que me recuerdan a ti, me he acostado y levantado 2 o 3 veces. He escuchado las canciones que me hacían feliz, he comprobado que no siempre funcionan. He concluido que ya es la 3ª vez en pocas semanas que estás lejos muchos días... Ya te lo he dicho; así no vivo. Las personas que te quieren lo demuestran y se desvelan pensando en ti, las que no: te hacen daño y duermen. Yo no duermo. Pero no voy a ir. Ya he hecho demasiado y no sé si te das cuenta ni si eso me ayudaría o me seguiría debilitando. Aunque me queden ganas y fuerzas, te espero aquí: rodeado de penas. 

PD. he borrado y reescrito este texto 2 veces

28 de marzo de 2012

Sin renunciar



No puedo decir que no a esa atracción y desgaste físicos, y la primera razón es que no quiero. No quiero dejar de desearte y querer estrangular el poco aire que quede entre nosotros. Y agarrarte tan fuerte que me duelan las manos y tenga que atarme a  las costuras de tu ropa interior para poder asirte más fuertemente y no caer. Y repetir ese baile infinitas veces sobre tu cuerpo. Y gastarnos en el otro sin ningún temor ni ningún complejo: pedir más y recibir un extra de calor desprendido de la pasión quemada dentro de tus músculos. Darnos la vuelta y seguir bailando al ritmo de las taquicardias que tienen los bebés al nacer y ver la luz y la vida. Saberte como una funda de mi carne y probarte como abrigo por todo mi cuerpo. Rasgarnos la tiranía y la lluvia de los días nublados con más y más labios chorreando en mi boca. Abrazarnos tan fuerte que nos tatuemos las huellas del corazón y escaparnos de la misma manera; temiendo chocarnos contra el entorno que se nos difumina alrededor. Perder las nociones y las naciones, vivir en el cuerpo del otro y no salirnos de tus curvas sin fronteras, correr por los acantilados de tus piernas y los afilados riscos de tu pecho y tu cuello. Perdernos en la espesura de la saliva que se nos escurra y nos haga inmortales. Cerrar los ojos. Soñar despiertos. Vibrar ansiosos con palabras sin aliento. Silbar nuestra dicha y querernos sin el cuerpo. Apretar más y más fuerte los músculos. Gritar que nos gusta. Apretarte más las nalgas y la cintura. Saber que estamos perdidos y gritar que desaparecemos. Relamer el placer con la punta de los sentimientos y licuarnos en las paredes de nuestras limitaciones; eliminando todo sufrimiento y toda barrera.

 Respirar. Acostarme sobre tu espalda o sobre tu pecho que aún lata fuerte. Relajarme al son de tu compás quejumbroso y grave. Pegarnos con el placer que perdimos en otra batalla de las que no me quiero perder. Perder la mirada en la translucidez del polvo del cuarto. Cuidarnos. Oír el silencio que queda tras el chaparrón. Besarte la nuca. Besarte el pecho y acariciarte la barrica de este mi licor favorito, la frente y la nariz. Bajar mis dedos por tu mentón hasta tu pecho izquierdo y olvidar que el tiempo encabezó mi último texto y querer morir allí. Así. Con todo hecho y todo por hacer. Pensar olvidado, que todo está perfecto y nada es tan importante como para volver la vista afuera de ese pecho que me cobija y me hace sentir lleno, satisfecho, cansado, muerto: feliz. No quiero dejar esto. No quiero renunciar, no lo quiero.

28 de enero de 2011

Tener que olvidarte

Era mejor cuando estabas lejos
e imaginaba que todo era cierto.
Era mejor no sentirte debajo de mi cuerpo
y saber que estás, de repente, más lejos.

Era mejor cuando no lloraba por dentro
y pasábamos horas revolviendo
los sueños que hoy podría tocar con mis dedos
pero que ahora guardas muy adentro.

Era mejor incluso cuando lloraba
buscando sueños solo en mi cama.
Era mejor descansar poco
que no poder dormir nada.

Era mejor cuando tu cara era un recuerdo
y no me atormentaba ver tu reflejo
rodando elegante por mis tripas
si te cruzas en mi futuro con mis recuerdos.

Era mejor cuando no era tan pequeño a tu lado
y yo robaba segundos para besarnos.
Era mejor comerme la piel de tus fotos
que saberte intocable aquí a mi lado.

Era mejor pensarnos sudados y desnudos
mientras te hablaba en un lenguaje mudo
que tener el pecho oprimido, asfixiado y duro
con el filo del corazón desnudo.

Sería mejor no tener que olvidarte

31 de diciembre de 2010

Gastando tinta de otr@s

Escribo, pero...¿ sobre qué escribo? No te supe contestar entonces y no sé ahora.
Mancho las hojas diciendo nada de casi todo lo que hierve en mi propio infierno. Y no voy más arriba porque no he visto aún esos cielos maravillosos.
En clase cojo apuntes sobre cómo desperdiciar mi tiempo en aprender "cosas para mañana olvidar" mientras busco mi vida detrás de folios aún sin escribir. Por las mañanas apunto mi rutina en post-its despegados, mientras cambio de ideas o pierdo las ganas.Los días de sol hablo de ella, de mi, de tí, de la luz y las sombras en las piernas, los escotes y las aceras vacías; hablo de frenetismo, velocidad y cielos que no miramos. Las noches de lluvia, por el contrario, escribo sobre papeles que se mojan con la tinta que habla de sangre, desamor y de este mundo desorganizado; en el que no encajo. El resto de las noches escribo sobre un cielo que se nos cae boca abajo. Siempre acabo relatando sobre el caos que me empuja barranco abajo con solo una pluma en la mano.

Escribiré un destino fracasado en el barro; para pisarlo, olvidarlo y tener éxito después. Sea como sea, sangraré toda mi tinta: llenando tus manos de llanto, dejando mi lápiz en blanco y muriendo a la felicidad de tantos.

23 de diciembre de 2010

Angustia y espera


La angustia la inventó aquél cuyo aliento voló lejos tras un adiós; y se quedó inmóvil, dejando que el viento acariciara su garganta seca. Y en ese grito desesperado oyó el eco de su miedo más profundo: no volver a sonreír a los ojos más bellos que hubo mirado.
Si esa distancia le libraba de la tentación de su olor, también lo castigaba con la pasión del recuerdo de su cuello infinito. Y si el tiempo le aseguraba olvidar ese dolor, también le borraba de la memoria su pecho, sus labios y su locura.

25 de octubre de 2010

Sonidos que no se van

Recupero cositas antiguas mientras me aclaro con mi rutina y le saco un ratito en el que volver a escribir, ok??? :)

No puede ser que me haga cerrar los ojos y tensar los músculos una canción que nunca amaré. No puede ser que me sienta eufórico con un mensaje vacío, bajo el encanto de una voz modificada.

Pero me dice: “baila, simplemente baila” y me hace querer bailar con los días y los meses para volver a escucharla con quienes me hicieron disfrutar de otro ritmo de vida.

19 de agosto de 2010

Echando de menos mi "Erasmus"


Siempre llevé una vida mediocre, sin sobresalir ni fijarme en los espejos. Nunca me consideré afortunado. A los 18 creí estar incluso por debajo de la media; azorado en una vida que se equivocaba diariamente en sus decisiones. Una vida demasiado conservadora para mis ideales, demasiado pequeña para mis ambiciones, demasiado lenta para el futuro que yo deseaba y definitivamente, demasiado grande para mi falta de valor. Llegué a olvidar mi infancia y pasado para dejar hueco a nuevos conceptos que me exigía una carrera que no supe elegir. Mucha información y pocos alicientes para ese nuevo camino que acabó por consumir mis ánimos y mis ganas de soportar más tanta presión.
Decidí romper con todo y alejarme de las raíces que me agarraban a la misma tierra donde no vi crecer nada en años.

Nuevo suelo, nuevos sonidos, nuevas distancias y pavimentos, nueva cultura, nuevos aires, nuevas siluetas, nueva gente, nuevos saludos, nuevos silencios y nuevos temas de los que hablar y no hablar. Todo lo viejo cabía en solo dos maletas.
Posado en una nube recorrí las horas sin que ningún “tic-tac” me agobiase. Y no caigo de esa nube porque es real bajo mis pies; tan real como la tinta que mancha mi sangre o la cicatriz para el recuerdo que este año ha dejado en la trastienda de mis ojos. Real como las caras en las que os firmo con mi pluma de sentimientos equivocados.


Marcados por una varita mágica, hemos sido partícipes de un banquete privilegiado, invitados por el azar, la suerte o un dios en el que algunos creen creer. Anclados en una época extraña, conseguimos aprovechar todo lo que caía al suelo; las hojas secas, el aire, pocas lágrimas, los copos de nieve, alguna cerveza, amistades, risas, sol, barbacoas, abrazos, caricias… más de lo que te esperas cuando no crees que la felicidad nos espera a todos tras esos detalles de colores. Sentir que vivimos por querer vivir, sin más razones ni excusas, nos hizo libres es este pequeño mundo que cada vez es más pequeño en nuestras manos. Tras nuestros párpados, los recuerdos nos harán sonreír de día y llorar de noche. 

Acostado, sabiendo lo cerca que están los límites ahora mismo, sonrío al pensar en quiénes nunca se han acercado al borde.


Me alegra haber pisado esa línea que separa lo bueno y lo malo, el día y la noche, lo privado y público, lo triste y lo menos triste, el cariño del amor, la verdad y la mentira, la admiración y la envidia…. La línea que nos separa hoy y que algún día enrollaré y no habrá distancias entre nosotros. Solamente un ovillo con el que jugar a no ser adultos otra vez.

Hasta entonces: gracias por este año.

Un abrazo

23 de julio de 2010

Enamorado de quien se va

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Te pienso, te recuerdo, te oigo, te hablo de lejos y te acabo escribiendo. A cada trazo escucho los gritos del papel pidiéndome que pare; susurrando que más sufrimiento no vale la pena. Las páginas que han llorado mis lágrimas me devuelven ahora frases llenas de dolor y golpes, para que sea yo mismo el que detenga esta obsesión por lo imposible: Siempre igual: deseando enamorarme de lo que ya es caduco. Y me caduco yo esperando a esa musa que no sea musa y que gaste sus últimos días antes de marchar junto a mí. Para que cuando ella coja un tren, un taxi o un avión, ya no me quede amor que llorar porque lo haya gastado en su piel y sus labios.


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Pero hoy oí tu canción y sé que aún siento cada gesto, cada bostezo y susurro, cada caricia involuntaria, cada transgresión a la cortesía en las horas dedicadas solo a memorizarte. Sonrío al recordar tu voz, sudo si toco tu ombligo en el aire, cierro los ojos para retener tu mirada un momento y se para el tiempo si mi caminar huele a ti.
Diré que no me importa, que da igual. Y algún día esto será verdad, aunque ahora mismo me apetezca decírtelo y seguir ennegreciendo mis páginas. Tarde o temprano el silencio de tus hojas blancas me hará olvidar. Y el lápiz dejará de cortar los puntos de mis heridas sin curar.